Energía renovable

El movimiento del viento y el agua, el calor y la luz del sol, los carbohidratos de las plantas y el calor de la tierra son fuentes de energía que pueden satisfacer nuestras necesidades de forma sostenible.

Se utilizan diversas tecnologías para convertir estos recursos renovables en electricidad. Cada uno trae sus propios beneficios y desafíos únicos. En conjunto, representan nuestra mejor esperanza en la lucha contra el cambio climático.

La energía solar (electricidad procedente del sol) es un recurso enorme e inagotable que puede cubrir una parte importante de las necesidades eléctricas del mundo. En Estados Unidos, más de dos millones de hogares ya tienen paneles solares en el techo; Las empresas de servicios públicos y empresas de todo el país también están invirtiendo en parques solares para aprovechar la energía solar a mayor escala.

La energía solar es esencialmente libre de carbono. Durante el proceso de fabricación se genera una pequeña cantidad de contaminación y su eliminación es un desafío constante. Sin embargo, el combustible utilizado (el sol) es gratuito, abundante y no contaminante.

Las turbinas eólicas utilizan corrientes de aire y las convierten en electricidad libre de emisiones. La energía eólica es abundante e inagotable en los Estados Unidos y en todo el mundo. Es una de las tecnologías renovables de más rápido crecimiento y tiene el potencial de satisfacer una parte importante de nuestras necesidades eléctricas.

Actualmente, la energía eólica proporciona un porcentaje relativamente pequeño de la electricidad en los Estados Unidos, pero se espera que esa proporción aumente a medida que más empresas de servicios públicos inviertan en parques eólicos y las turbinas eólicas marinas (turbinas eólicas ubicadas en el océano) se vuelvan más comunes.

Aunque la tecnología de almacenamiento de energía en sí misma no es una fuente de energía, es un componente fundamental para la creación de un sistema eléctrico con bajas emisiones de carbono. La tecnología puede adoptar diferentes formas (los sistemas más antiguos utilizan agua bombeada, mientras que los sistemas más nuevos utilizan baterías de iones de litio), pero el objetivo fundamental es siempre el mismo: almacenar electricidad para su uso posterior.

Así como la invención de la refrigeración cambió la forma en que las personas consumían alimentos (permitiéndoles almacenarlos antes de consumirlos), el almacenamiento de energía puede revolucionar la forma en que usamos la energía. Esto nos permite producir energía limpia cuando es más barata, almacenarla y devolverla a la red eléctrica cuando sea necesario. El uso del almacenamiento junto con la energía solar y eólica ayuda a garantizar que haya electricidad disponible incluso cuando el sol no brilla y no sopla el viento.

Las operaciones de almacenamiento a gran escala siguen siendo relativamente raras en Estados Unidos. Sin embargo, a medida que aumenta el número de energía eólica y solar y disminuye el número de centrales eléctricas alimentadas con carbón, el almacenamiento se vuelve cada vez más importante para una red eficiente y limpia.

La energía renovable no se limita sólo a la solar o la eólica. Los sistemas geotérmicos recogen calor de la tierra para producir vapor y generar electricidad. Las centrales hidroeléctricas utilizan el movimiento del agua para impulsar turbinas. Las nuevas tecnologías hidrocinéticas aprovechan el poder de las corrientes y mareas oceánicas. Y la bioenergía (la quema de biomasa para generar electricidad) podría ofrecer un uso sostenible de los cultivos y los residuos de madera.

Lo más importante que une a todas estas tecnologías es su capacidad de generar electricidad con efectos secundarios dañinos mínimos. Las alternativas –los combustibles fósiles– no son sostenibles ni seguras.